jueves, 16 de noviembre de 2017

UN DOCENTE EXPONE Y HACE PREGUNTAS

EXPOSICIÓN DIALOGADA Y DIÁLOGO REFLEXIVO


La exposición constituye una práctica muy difundida entre los docentes desde todos los tiempos.  En la exposición dialogada es posible propiciar el aprendizaje significativo en la medida en que intervienen preguntas orientadoras al auditorio, en donde la comunicación es multidireccional: docente-alumnos y alumnos entre sí.




“La exposición es la estrategia más usada para presentar información. Para que favorezca construcción de conocimiento es necesario diseñarla y conducirla teniendo en cuenta determinados factores” (Anijovich; Mora, 2009) 


De hecho, Anijovich sugiere algunas recomendaciones a la hora de planificar la exposición:
  • Plantear un organizador previo
  • Presentar pocas ideas, claras e importantes
  • Reforzar la comprensión recurriendo a la repetición
  • Mostrar ejemplos
  • Estimular preguntas
  • Utilizar un lenguaje claro y no excesivamente técnico o complicado para el auditorio
  • Tener en cuenta tiempos de descanso porque el periodo de atención es limitado
Ampliando esta lista de sugerencias, incluimos los aportes de otros autores que señalan que para que la exposición favorezca la comprensión, deberá organizarse de acuerdo a criterios como:

  1. Activar los conocimientos previos de los alumnos
  2. Presentar la información de acuerdo a una organización conceptual explicita y motivadora
  3. Establecer conexiones entre las ideas previas y la organización conceptual: comparación, ejemplificación, aplicación, etcétera.
     Por otra parte, una buena exposición no es suficiente si no viene acompañada del diálogo, sobre todo si este se caracteriza por la formulación de preguntas de tipo reflexivas. 
     Existen diferentes tipos de preguntas: sencillas de comprensión, de orden cognitivo superior, metacognitivas. Saber preguntar es una habilidad del docente y el hacerse preguntas es una habilidad que tenemos que propiciar en nuestros estudiantes. 


     “Estimularlos a preguntar… todo el tiempo… Nuestra tarea, la de los docentes, es prioritariamente la de generar preguntas, o sea, motivar a los alumnos a que ellos se hagan preguntas. Nuestro desempeño no será satisfactorio si solo colaboramos en mostrar respuestas.
¿Dónde se enseña a dudar? ¿Dónde se muestra el placer de no entender y tener que pensar? ¿Por qué aparecemos los docentes como sabiéndolo todo? ¿Cuándo nos exhibimos falibles e ignorantes, pero pensantes? ¿Cuándo nos mostramos humanos? 
Un docente, por lo general, tiene la tentación de contar una teoría. La teoría aparenta ser muy buena porque parece (dije parece) que trae respuestas. Pero el problema que tienen estas teorías es que suelen resolver problemas que los alumnos no tienen. Peor aún: suelen dar respuestas a preguntas que los alumnos no se hicieron, ni le hicieron a nadie. Y mucho, mucho peor aún: esas mismas teorías suelen dar respuestas a preguntas que ni siquiera los docentes se formularon fuera de la clase”. Adrián Paenza (2005)

     Para conocer un poco más sobre Adrián Paenza y su afición por hacer preguntas a sus alumnos, leer en el siguiente enlace: http://www.lanacion.com.ar/1753446-adrian-paenza-una-estrella-de-rock-que-ensena-a-pensar




“Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión”.
Paulo Freire

     Nicholas Burbules (doctor en Filosofía de la Educación y profesor en el Departamento de Estudios sobre Política Educacional de la Universidad de Illinois) plantea –como ya lo hemos dicho─ que la cuestión del diálogo es fundamental en la educación como en cualquier otra situación humana.
     El catedrático parte de la idea de que un diálogo se caracteriza por una participación abierta entre los que interactúan, que cualquiera de los intervinientes producen enunciados con preguntas, reflexiones, ideas, respuestas y que no todas las interacciones verbales constituyen diálogo.
     El diálogo tiene reglas para seguir y respetar. Supone además un compromiso de los participantes de llegar a entendimientos significativos: interés, cuidado y respeto tanto en los acuerdos como en los desacuerdos que se puedan tener.
     Como el diálogo se rige por el espíritu de descubrimiento, entonces, el tono del diálogo es exploratorio e interrogativo.
     Burbules (1999) realiza una clasificación de los tipos de diálogo teniendo en cuenta dos variables fundamentales: la visión del conocimiento y la distinción entre las actitudes respecto del interlocutor.      De la combinación de estas variables, surgen cuatro tipos o géneros de diálogo:
  1. como conversación: tiene como fin el entendimiento mutuo.
  2. como indagación: apunta a responder una pregunta específica, como en una investigación o para resolver un problema.
  3. como debate: contiene una actitud cuestionadora y crítica y la meta no es necesariamente el acuerdo.
  4. como enseñanza: tiende a recurrir a las preguntas críticas con el fin de promover el aprendizaje.

     Para  Burbules, en la enseñanza tanto las preguntas como los  otros enunciados que  se incluyen en el  diálogo tienen por objetivo que la discusión avance hacia una conclusión determinada.

     Los cuatro tipos de diálogos tienen finalidades y características propias. El autor nos propone pensar que un buen docente utiliza los cuatro y que los elige de manera inteligente y estratégica según el estudiante, según el contexto y según la situación comunicativa de que se trate.

Para seguir reflexionando sobre cómo hacer preguntas ir al siguiente enlace: https://es.scribd.com/doc/260789845/CAPITULO-2-las-buenas-preguntas-ANIJOVICH-Rebeca-y-MORA-Silvia-2010-Estrategias-de-Ensenanza-Otra-mirada-al-quehacer-en-el-aula-1a-ed-la-rei

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