miércoles, 15 de noviembre de 2017

UN DOCENTE ES ARTÍFICE DEL DESEO DE APRENDER


EL DOCENTE Y EL DESEO DE APRENDER




     El aprendizaje no depende ni se desarrolla solo por la acción de quienes enseñan, por más eficaces que estos sean. No hay aprendizaje sin deseo y el enseñante no puede desear por sus alumnos pero sí está a su alcance propiciar situaciones y tareas académicas que ofrezcan sentido para ellos, que los desafíen sin paralizarlos.




     Para que exista el deseo, debe predominar la buena enseñanza a través de los rasgos de las prácticas ejemplares tales como: 
  • crear un ambiente de aprendizaje, transformando el espacio para que los alumnos se sientan cómodos a la hora de realizar las actividades, ya sea dentro del aula, fuera de ella, en la biblioteca, en las mesadas, etc. 


Alumnos de quinto grado comparten una merienda saludable para conocer el valor y las propiedades de las frutas
  • formar la conducta moral mediante el diálogo socrático - siempre dialogando con los alumnos frente a determinadas situaciones o conflictos en el aula. No dejarlas pasar ya que son oportunidades de aprendizaje. 

  • forjar una comunidad de vida - puesto que lo que se aprende en el aula es extensivo a otras áreas de la vida de los alumnos.
Alumnos de primer grado recolectan tapitas de plástico para colaborar con el Hospital Infantil de la ciudad de Córdoba. 

  • comprender cómo se construye el conocimiento y cómo se desarrolla la inteligencia - a través de la observación de la conducta de los alumnos y la resolución de las actividades. Observar cuál es el método que utilizan para resolver las dificultades es una gran estrategia.


  • comprender de manera crítica la realidad del otro- siempre hay que tener en cuenta la realidad de los alumnos al momento de trabajar.

  • y propiciar el aprendizaje colaborativo - favorecer el trabajo en grupos.


     Una buena enseñanza da origen a un tipo de enseñanza poderosa que a través de actividades creativas y significativas hace que los alumnos se sientan motivados y conmovidos. Una buena enseñanza permite que suceda algo que perdurará en el recuerdo de los alumnos y que se quedará en el tiempo. 

     Pero además, para aprender hay que sentir emoción. Dicen las neurociencias "sin emoción no hay aprendizaje." Es imposible que el otro aprenda si el aprendizaje no lo atraviesa. Pero para eso es el alumno quien debe atravesar al docente primero. Debe haber algo del alumno que motive al docente a hacer algo por ellos para motivarlos a crecer. Y eso implica salirse del propio yo para poder ver al otro y descubrirlo y en ese descubrimiento descubrirse y volver a descubrirse una y otra vez hasta hallar la estrategia que le permita al docente poner en acción el método. 



https://elpais.com/economia/2017/04/26/actualidad/1493238722_987075.html      








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